domingo, 27 de noviembre de 2011

La muerte en Grecia y Roma (parte I)


Roma

Las relaciones "vivos-muertos" se basa en la desconfianza y/o el temor. Se admira al difunto, se le honra, pero en el fondo se le tiene miedo. Además, cuando muere un miembro de la familia, ésta queda “manchada” hasta que logre su purificación nueve días más tarde. De hecho, para alcanzar ciertos cargos públicos relacionados con la religión hay que tener vivos tanto al padre como a la madre, es decir, que en ningún momento se haya estado contaminado por ningún funeral.

Meses consagrados a los muertos:
-Maius (Maia, divinidad terrestre): 
   ·Lemuria
   ·Agonium veiovis
-Februarius (Februus, dios de los muertos, relacionado con Hades)
   ·Parentalia (los romanos llevan ofrendas a las sepulturas de los familiares)
   ·Lupercalia (sacrificio de cabras, boques y perros que se le ofrece a la loba Luperca, la que amamantó a Rómulo y Remo, en el Lupercal. Con la sangre de las víctimas el sacerdote manchaba las frentes de dos jóvenes y, acto seguido, las limpiaba con lana empapada en leche mientras los jóvenes ríen. A continuación todos los miembros del colegio, desnudos, cubierta únicamente su cintura con pieles de la víctima y con el rostro enmascarado o untado con la sangre de las víctimas y llevando una corona en su cabeza, desfilaban con obscenidades y desenfreno, por el Palatino y alrededores azotando con correas hechas también con las pieles de las víctimas a cuantos encontraban, especialmente a las mujeres que les presentaban las manos y la espalda ante la creencia que así enseguida serían madres. Más tarde se celebra un banquete entre los miembros del colegio.)

En el aniversario de la muerte de los familiares se depositan sobre sus tumbas flores, alimentos, bebidas (leche, miel) que a través del suelo se van filtrando y llegan hasta sus restos. Estos obsequios se perpetúan de padres a hijos.

Existían tres tipos de muertos:

- Manes: relacionados con la casa, pues en tiempos muy remotos los habitantes de una casa no salían de ella ni siquiera tras la muerte,pues eran sepultados en ella, de modo que tampoco salían del hogar sus almas, a las que sus moradores lamaban, respetuosamente, dii parentes y Manes. (El concepto de Manes se mantiene incluso en el Imperio latino como se señala en las lápidas con las siglas D M (Diis Manibus) o D M S (Diis Manibus Sacrum), iniciales que conservan los cristianos al interpretarlas como Deo Magno Sancto). Su culto buscaba apaciguar su irritación, por ello al principio se les ofrecía víctimas humanas, cuya sangre sobre el sepulcro calmaba a los espíritus especialmente en caso de muerte violenta o prematura. Más tarde, se sustituyeron por ofrendas de miel, vino puro y diversos manjares en los funerales y en los aniversarios. El homenaje más grato después de los funerales eran las flores, especialmente las naturales que se criaban junto al sepulcro, que eran el símbolo de la renovación o la imagen del gozo de ultratumba. Si no se honraba correctamente a los Manes, sus quejas se reflejaban en sueños angustiosos, en enfermedades

- Lemures : espíritus de los muertos, menos próximos a la naturaleza divina que los "Manes" y menos terroríficos que las "Laruae", pero que también vuelven ciertos días de la ultratumba y atormentan a los vivos. Se les atribuye las fiestas de la Lemuria durante las noches de las caules las almas de los antepasados vuelven a las casas que habitaron y han de ser alejadas con ritos amables. (El padre se levanta a media noche y camina descalzo haciendo chascar el pulgar contra los otros dedos para evitar que se aproxime algún fantasma. Se lava tres veces las manos con agua de una fuente, se vuelve y  toma en su boca habas negras, que luego tira detrás de sí diciendo: “¡Yo tiro estas habas! ¡Por ellas yo me rescato a mí mismo y a los míos!”. Repite esta expresión nueve veces, sin volverse para atrás porque piensa que la sombra le sigue y las coge. De nuevo toca el agua, tañe un objeto de bronce e invita a las sombras a salir de casa, increpándoles nueve veces: “Manes de mis padres, salid”, concluyendo así el rito). Los dias de Lemuria los cementerios están cerrados y no se celebra ninguna boda.

- Laruae : eran las almas de aquellos que llevaron una vida desgraciada y, saliendo amargados de ella, quieren vengarse en los vivos atormentándolos, especialmente a aquellos que lo hicieron sufrir más. Su acción, es malvada y perjudicial. Aterrorizan y enloquecen con diversas visiones a los hombres; ("larvati" o "cerriti" = endemoniados, posesos...). Para tratar al poseído por las Larvas se aplicaban lustraciones, se presentaban ofrendas, se le hacía dar vueltas a un templo con antorchas de resina, de azufre y víctimas propiciatorias.


El entierro romano 

El entierro de un romano, gozaba de gran solemnidad. En él se manifestaba la comunidad familiar entre los pasados y los presentes: todos los muertos de la familia, desfilaban por las calles de Roma, cada cual con las insignias de las funciones que hubieran llevado a cabo en vida, delante del ataúd del fallecido, para indicar que ya le habían precedido, y detrás de él toda la familia viviente. (se representaba que todos los muertos pasados salian de la tumba para recuerdo y reconocimiento de todo el pueblo durante el fallecimiento de aquel sucesor suyo como un acto más de glorificación de la familia que de culto funerario)
Delante de esta comitiva fúnebre iban los esclavos tocando flautas, trompas y trompetas, los portadores de antorchas, los bailarines y los mimos. Junto a la tumba se incineraba en una pira el cadáver dentro de su ataúd. Los familiares y amigos ponían en él los objetos que habían sido del agrado del difunto; le abrían y cerraban los ojos por última vez, le daban un beso de despedida y un pariente/amigo encendía la pira, adornada con flores.

En los cementerios de las grandes urbes solía haber un horno crematorio para facilitar la incineración. Cuando se extinguían las llamas, las brasas se apagaban con vino y los huesos que quedaban se recogían, se untaban con ungüentos perfumados y se depositaban con las cenizas, en una urna funeraria (recipiente con tapa que podía ser de plata, plomo, vidrio, cerámica...). Este era el proceso más común entre los estamentos acomodados (Las tumbas más lujosas eran sepulcros monumentales en forma de templo, de torre o de casa.)

Las tumbas más modestas eran las fosas comunes, las individuales y los columbarios, criptas excavadas en la roca o construcciones de obra que, parecidos a los nidos de un palomar. Encima de las fosas individuales podía haber diversos tipos de monumentos funerarios: una estela o piedra con el nombre del difunto; un pedestal con la dedicatoria correspondiente; un altar, en cuyo interior se guardaba la urna funeraria; o una cupa de piedra en forma de baúl, a veces, con un agujero en el exterior para echar por él las ofrendas al difunto.


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